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¿Podría ser que el estrés esté causando mis síntomas?

El estrés afecta a todos. Parte del estrés puede ser causado por cosas buenas en su vida, como un proyecto interesante, un nuevo bebé o las próximas vacaciones. Otras veces, el estrés es causado por situaciones difíciles, como la pérdida de su trabajo o el divorcio.

No importa cuál sea la causa, demasiado estrés puede agotarlo. Esto hace que sea más probable que se enferme y se sienta irritable o deprimido. Puede desarrollar síntomas emocionales o síntomas físicos inexplicables que no parecen desaparecer, como:

  • Ansiedad
  • Dolor de espalda
  • Estreñimiento o diarrea
  • Depresión
  • Fatiga
  • Dolores de cabeza
  • Presión arterial alta
  • Problemas para conciliar el sueño o permanecer dormido
  • Dificultad para respirar
  • Rigidez en el cuello o la mandíbula
  • Malestar estomacal
  • Aumento o pérdida de peso

Como médico de familia, a veces veo pacientes cuyos síntomas físicos son, en realidad, causados por el estrés. Cuando sospecho que este es el caso, reviso cuidadosamente el historial médico del paciente y realizo un examen físico. Quiero asegurarme de descartar cualquier otra causa de los síntomas. En algunos casos, puedo hacer lo siguiente:

  • Ordenar exámenes de laboratorio (por ejemplo, un análisis de sangre o un análisis de orina)
  • Ordenar diagnóstico por imágenes (por ejemplo, una radiografía, una ecografía o una imagen de resonancia magnética [IRM])
  • Consultar con un subespecialista, cuando corresponda

Además de estos pasos, trato de entender lo que está sucediendo en la vida del paciente. Es útil preguntar si el paciente está enfrentando desafíos como presiones laborales, problemas de relación, hijos adolescentes, padres ancianos o la enfermedad de un ser querido.

Hace unos meses, una paciente llamada Jane (no es su nombre real) concertó una cita porque tenía un dolor en el pie que no desaparecía. Jane es una mujer de 34 años que, más allá de eso, está sana. Ella había visto previamente a un podólogo, pero él no pudo hacer un diagnóstico claro. Las radiografías y la resonancia magnética de Jane fueron normales. No mostraron nada que le causara dolor en el pie.

Durante la consulta de Jane, le pregunté acerca de sus síntomas y actividad. Ella dijo que no podía recordar haber hecho nada para lastimarse los pies. A continuación, revisé su historial médico e hice un examen. El examen no encontró ningún problema con los nervios de Jane, la médula espinal o la función cerebral que le hubieran causado dolor en el pie. Noté que Jane dijo que su dolor pasaba de un pie al otro. A veces, sentía dolor en la planta del pie. Otras veces, el dolor se encontraba en la parte superior del pie.

Le hice algunas preguntas a Jane sobre lo que estaba pasando en su vida. Sus respuestas dejaron en claro que ella estaba bajo mucho estrés relacionado con el trabajo. Ella dijo que era difícil trabajar para su jefe y que la situación laboral de su esposo era inestable. Quedó agotada el viernes y apenas se sintió mejor el domingo por la mañana. El domingo por la noche, pensar en volver al trabajo la ponía ansiosa. Jane tampoco estaba contenta de no tener más tiempo para pasar con su pequeña hija.

Después de escuchar atentamente mientras Jane describía su estrés relacionado con el trabajo, le dije que lamentaba que estuviera en una situación difícil. Le expliqué que el dolor en su pie podría ser la forma en que su cuerpo le hacía saber que no estaba lidiando con el estrés de manera efectiva. Ella estuvo de acuerdo en que necesitaba ayuda para controlar su estrés. Le sugerí algunas cosas simples que ella podría intentar:

  • Programar tiempo para una pequeña cantidad de ejercicio al menos 3 veces por semana
  • Dedicar de 5 a 10 minutos por día a escribir sobre sus sentimientos
  • Concentrarse en la «respiración cuadrada» al menos dos veces al día. La respiración cuadrada es respirar lentamente mientras cuenta hasta 4, contener la respiración mientras cuenta hasta 3 y luego exhalar lentamente mientras cuenta hasta 5. Repetir esto 4 a 5 veces por minuto durante 3 a 5 minutos.

Cuando Jane regresó para una visita de seguimiento 2 semanas después, estaba un poco mejor. Estaba menos concentrada en sus pies y sentía un dolor mínimo. Ella me dijo que había probado los métodos de manejo del estrés que recomendé, incluida la respiración cuadrada. Estaba escribiendo un diario y tratando de encontrar más oportunidades para estar físicamente activa. Jane también informó que tenía una entrevista programada para un nuevo trabajo. En general, se sentía menos abrumada y más esperanzada.

Aprenda más sobre las formas de manejar su estrés diario o encontrar un equilibrio entre la vida laboral y la familiar.

 

Consejo rápido

Si se siente abrumado por el estrés, hable con su médico de familia. No se avergüence de cómo se siente. Cuéntele a su médico todos sus síntomas físicos y emocionales. Puede recomendarle métodos de control del estrés, grupos de apoyo, asesoramiento o medicamentos para ayudarlo a sentirse mejor.

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