Imagine lo frustrado que se sentiría si no tuviera las habilidades para expresarse o ser independiente. Así es como se siente un niño pequeño justo antes del comienzo de una rabieta. Las rabietas son comunes en los niños pequeños de entre 1 y 3 años. Los padres a menudo se refieren a “los terribles dos años”. Sin embargo, la etapa de las rabietas puede extenderse hasta los 4 años. El hambre y el cansancio también pueden desencadenar una rabieta. Esto puede incluir llanto, pisotones, gritos, golpes, patadas o cualquier combinación de estos. Tanto los niños como las niñas tienen rabietas.
Camino hacia el bienestar
Cuando su hijo está en medio de una rabieta, es difícil controlar la situación. Cuando la rabieta ocurre en público, es aún más difícil. La clave es evitar una rabieta antes de que comience. La buena noticia es que hay muchos consejos para prevenir una rabieta:
- Planifique con anticipación: Dígale a su hijo con anticipación si planea ir a la tienda, una cita con el médico o cambiar su rutina habitual. Es posible que no les guste el cambio, pero los ayudará a prepararse para lo que está por venir.
- Comunique sus expectativas: Dígale cómo espera que se comporte cuando lleguen a su destino. Si va a la tienda, por ejemplo, explíquele (en sus términos) lo que piensa comprar y que luego se irán a casa o a la siguiente parada. Si ayuda, invítelo a traer un juguete de casa para que juegue con él en el trayecto de ida y vuelta a la tienda.
- Elogie a su hijo por su buen comportamiento: Los padres a veces tienen la costumbre de decirles a sus hijos lo que hacen mal. En su lugar, elógielo cada vez que haga lo correcto sin que se lo pida. Por ejemplo, si su hijo no toca las cosas en la tienda, dígale: “Noté que no tocaste nada en la tienda. ¡Buen trabajo!”
- Deje que su hijo tenga cierta independencia: Hay muchas ocasiones en las que su hijo puede tener el control. Deje que su hijo se vista solo cuando usted se quede en casa, y que no importe su elección de ropa. Deje que elija la taza que quiere usar en la cena o el color del crayón que quiere usar para colorear un dibujo. Elija sus batallas. Siempre que su hijo esté seguro y su decisión no tenga consecuencias graves, habrá aumentado su confianza.
- Redirija: Una vez más, es importante planificar con antelación. Si detecta una situación imprevista que sabe que molestará a su hijo, redirija su atención. Por ejemplo, si sabe que su hijo va a querer acariciar a un perro extraño que ve venir por la acera, tome un camino diferente, deténgase y recoja una flor, cruce la calle, haga bobadas o cante una canción.
- Anticípese a las limitaciones de su hijo: Conozca lo que su hijo puede y no puede tolerar. Por ejemplo, si sabe que su hijo no está en su mejor momento para verse con un amigo por la tarde para jugar (especialmente cuando está cansado), reprograme el encuentro para la mañana.
- No deje que el hambre se salga de control: Al igual que los adultos, muchos niños se ponen quisquillosos cuando tienen hambre. Planifique las comidas (ya sea en casa o en un restaurante) y siempre lleve bocadillos para los imprevistos. Cuando planee salir a comer, recuerde tener en cuenta el tiempo de espera de la comida. Un bocadillo ligero también es bueno para esas ocasiones.
- Planifique para usted: Recuerde, tampoco estará en su mejor momento si está cansado o hambriento. Si no está en su mejor momento, elija otra hora para hacer un mandado si puede.
Aspectos a tener en cuenta
- Mal comportamiento en público: Esta es la pesadilla de todos los padres porque su hijo tiene una audiencia. Todos los padres se sienten avergonzados cuando esto sucede. Sin embargo, no es una señal de mala crianza, sino más bien de un niño frustrado. Planifique las salidas. Tenga preparada una estrategia de salida rápida para restaurantes, tiendas, la iglesia y otros lugares públicos. Cuando esté en casa o en el automóvil, ignore la rabieta de su hijo si puede. Finalmente, se cansará. Nunca ceda ni lo soborne para que se detenga. Y no discuta. De hecho, lo mejor es apartarse de él (sin perderlo de vista) para hacerle saber que no va a discutir.
- Situaciones peligrosas: No ignore la rabieta de su hijo si lo pone en peligro. Portarse mal cerca de una calle concurrida, un estacionamiento o hacerse daño a sí mismo o a otros se considera peligroso. En esos casos, cargue a su niño pequeño de inmediato y aléjelo de ese peligro.
- Tiempos fuera: Un tiempo fuera no está diseñado para ser un castigo severo. Es un momento para que su hijo recupere su autocontrol. Es un momento para que calme su temperamento y su cuerpo. Elija un espacio seguro y tranquilo en su casa para los tiempos fuera. Es mejor elegir un área que pueda vigilar. La cantidad de tiempo recomendada para que su hijo se siente durante el tiempo fuera debe ser de un minuto por cada año de su edad. Por ejemplo, un niño de 3 años no debe estar en tiempo fuera por más de tres minutos. No involucre a su hijo en conversaciones o actividades durante el tiempo fuera.
- Admisión de culpa: A veces los padres cometen errores. Es posible que hayamos cometido un error sin malicia o que hayamos sido insensibles. Cuando realmente tenga la culpa, discúlpese con su hijo para evitar una rabieta o reducir su intensidad.
- La salud general de su hijo: Si le preocupan las rabietas de su hijo, pídale a su médico que revise su audición, vista, salud general, hitos del lenguaje y habilidades de aprendizaje para detectar si hay otra explicación para las rabietas.
- No ignore sus sentimientos: Si se siente fuera de control, tiene sentimientos negativos hacia su hijo o no ve mejoras en el comportamiento de su hijo, hable con su médico.
Preguntas para hacerle a su médico
- ¿Cómo sabe si su hijo tiene una rabieta porque algo le duele?
- ¿Cómo se puede distinguir entre una rabieta y un problema de desarrollo?
- ¿Está bien dejar que su hijo grite si está en un lugar seguro?
- ¿Cuántas son demasiadas rabietas?
- ¿Los años de rabieta duran más en los niños con necesidades especiales? Si es así, ¿cómo se maneja una rabieta en un niño mayor con necesidades especiales?