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La depresión es común y tratable

Notas del médico

Lea historias de médicos de familias reales.

When a patient is diagnosed with depression, I’m trained to provide care ranging from prescribing antidepressants to helping find other resources.

por Dr. Michael Bevins

Sobre el Autor
Dr. Michael Bevins
El Dr. Michael Bevins, PhD, es un médico de familia que ejerció atención primaria y cuidados paliativos y de hospicio durante muchos años. Actualmente, es director médico de Navitus Health Solutions, gerente de beneficios de farmacia en Austin, Texas. A su vez, es voluntario en una clínica de atención primaria que recibe a pacientes de su comunidad sin seguro. El Dr. Bevins obtuvo su título en medicina en la rama de Medicina de la Universidad de Texas en Galveston.
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La depresión es una enfermedad médica que afecta a personas de todas las edades. Puede hacer que sea difícil para las personas cuidarse o funcionar en el trabajo o la escuela. Incluso puede ser peligroso y provocar autolesiones o pensamientos suicidas. Afortunadamente, la depresión es tratable. Como médico de familia, estoy capacitado para atender a pacientes con depresión y ayudarlos a encontrar recursos y apoyo útiles.

Recientemente, una mujer de 19 años llamada Megan (no es su nombre real) entró en mi oficina para una consulta. Se había sentido triste y deprimida durante todo el año anterior. El problema no era solo sentirse «un poco triste» a veces. Megan no había estado comiendo bien y había perdido peso. Las cosas que solía disfrutar, como ir al cine con amigos y jugar al vóleibol, ya no le parecían interesantes. Estaba teniendo problemas para prestar atención en clase y, simplemente, no podía motivarse para hacer su tarea. Como resultado, sus notas habían bajado.

Mi enfermera le pidió a Megan que completara un cuestionario simple que ayuda a identificar si una persona puede tener depresión. La alta puntuación de Megan en este cuestionario indicó un posible diagnóstico de depresión. Después de mirar sus respuestas, hablé con ella. Megan me dijo que se sentía un poco avergonzada de admitir en voz alta que estaba teniendo dificultades. Al igual que muchas personas, le fue difícil explicar exactamente lo que estaba sintiendo. Se tomó varias pausas largas, pero estuve atento a no interrumpir.

Megan me dijo que se sentía triste y ansiosa al mismo tiempo. «Siento que estoy saliendo de mi piel», dijo. Aunque se sentía cansada todo el tiempo, no podía conciliar el sueño por la noche. A menudo daba vueltas y vueltas durante horas, pensando por lo general en errores del pasado. A veces, deseaba simplemente poder desaparecer. Afortunadamente, no había pensado en lastimarse o suicidarse.

Mientras Megan hablaba, noté su lenguaje corporal y sus patrones de habla. Se movía mucho con las manos y miraba principalmente al suelo. Le hice algunas preguntas para asegurarme de que estaba a salvo y descartar otras cosas que pueden empeorar la depresión. Megan dijo que no estaba consumiendo drogas ni alcohol, ni participando en prácticas sexuales de alto riesgo. Dijo que se sentía segura en casa y en otros lugares, pero no se sentía cómoda hablando de sus sentimientos con sus padres. Le agradecí por tener la valentía de venir y pedir ayuda. Admitió que había sido difícil para ella.

Le hice saber a Megan que es común que la depresión y la ansiedad vayan de la mano. Le expliqué que no solo causan síntomas psicológicos, sino que también pueden afectar a la persona en forma física y causar síntomas como opresión en el pecho, fatiga, dolores de cabeza y nerviosismo. Como podía notar que Megan expresaba muchos de sus sentimientos a través de su cuerpo, le recomendé que se tomara unos minutos cada día para poner música y bailar. Bailar es una gran actividad que ayuda a aliviar la tensión y mejorar el estado de ánimo. A su vez, le enseñé a Megan una técnica de relajación para usar cuando sintiera ansiedad. Es un ejercicio simple y efectivo llamado respiración suave del vientre. Implica inhalar lentamente por la nariz y sentir que el abdomen se llena de aire antes de exhalar por la boca.

Además de la terapia, le receté a Megan una dosis baja de un antidepresivo (obtenga más información sobre los antidepresivos y cómo tomarlos de manera segura). Le expliqué a Megan que un antidepresivo puede tardar varias semanas en comenzar a hacer efecto. Los efectos secundarios de estos medicamentos por lo general disminuyen después de un par de semanas.

Cuando una persona comienza a tomar medicamentos para tratar la depresión, existe el riesgo de un aumento en los pensamientos suicidas, en especial en los jóvenes. Aunque esto es poco frecuente, discutí el riesgo con Megan y me aseguré de que tuviera un plan, solo por si acaso. Ella ya conocía las líneas directas de asistencia al suicida a las que se puede acceder por teléfono, mensaje de texto o en línea (por ejemplo, Línea Nacional de Ayuda para Prevención del Suicidio al 1-800-273-8255). También identificó a una amiga a la que llamar si pensaba hacerse daño. Le aseguré que siempre podía llamar a su terapeuta o a mi consultorio, o acudir a una sala de emergencias si necesitaba ayuda inmediata.

Le pedí a Megan que volviera a una consulta de seguimiento en una semana para poder ver cómo estaba tolerando el antidepresivo. Me dijo que era un alivio poder hablar de sus sentimientos. Tenía la esperanza de que sus síntomas mejoraran con el tiempo. Como médico de cabecera de Megan, continuaré guiando su tratamiento para la depresión y brindándole la atención y el apoyo necesarios.

Busque ayuda

Las personas que tienen depresión a veces piensan en el suicidio. Si tiene pensamientos sobre hacerse daño, cuénteselo a alguien. Dígale a su médico, sus amigos o su familia. También puede llamar a una línea directa de asistencia al suicida, como la Línea Nacional de Prevención del Suicidio al 1-800-273-8255.

Obtenga ayuda de inmediato. Hay personas que pueden ayudarlo. La depresión puede tratarse con éxito.

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